martes, 16 de marzo de 2010

Príncipe Pío: el chulito indignado y el segurata resignado

Madrid, 16 de Marzo de 2010. Nueve menos cuarto de la mañana. Estación de cercanías de Príncipe Pío. Acaba de llegar un tren procedente de Villalba abarrotado de gente. Todos en bloque hacia la conexión con el Metro, hacia las entradas con torniquetes. De repente, se produce la aglomeración. La cola se alarga hacia atrás. ¿Razón? Hay cuatro torniquetes, pero dos no funcionan. A medida que llega más gente, se van apelotonando como pueden.
Normalmente, esto no pasa, Y no pasa porque unos cuantos de los viajeros se cuelan por los torniquetes de salida. Y no porque no tengan billete, no, sino porque no quieren esperar la cola que se forma... habiendo cuatro de entrada. Pero es que con dos de entrada, la cosa es mucho peor. Entonces, ¿por qué la aglomeración? ¿No se cuela aún más gente habiendo dos torniquetes estropeados? Pues no, no se cuela absolutamente nadie ¿Por qué? Pues porque al otro lado hay un segurata. Un tipo alto, mayor, de unos cincuenta y tantos, algo encorvado, con aspecto de fumador y probablemente bebedor, mirando a la masa apelotonarse ante los dos torniquetes que funcionan, y sabiendo que la tensión se respira en el ambiente y que la masa lo mira con cara de odio... Porque si no estuviera él, se estaría colando casi todo el mundo. Y él lo sabe, pero probablemente los de Renfe le han dicho, precisamente por eso, que se plante ahí, para que nadie se cuele.
Pero hay un entrajetado que se harta, que puede que tenga más prisa, o que se cree representante de los demás, o que es más chulito que nadie o qué se yo, que se cuela. Salta uno de los torniquetes estropeados, delante de la mirada de todos y causando la estupefacción del de Prosegur, que le dice: "¿a dónde va?". El tipo salta con dificultad, no es un saltador olímpico precisamente, pero del cabreo, más con fuerza que con maña, consigue pasar al otro lado y andar rápido hacia las escaleras mecánicas mientras le suelta con voz de indignación al segurata: "es una vergüenza, hombre, es una vergüenza". Y el segurata en alta voz, pero a la vez resignada: "pues ponga una reclamación en la ventanilla, pero no salte delante de mí, hombre...".

Bueno, pues ¿yo de qué lado me pongo? Soy uno de los cientos que están esperando para pasar por los malditos torniquetes. Me cuesta mucho levantarme para ahora estar esperando como un gilipollas delante de unos torniquetes que no funcionan... Pero lo cierto es que me pongo del lado del segurata. Coño, pobre tipo. El otro salta, sabiendo que el hombrecillo (porque es eso, un hombrecillo, por muy alto que sea), no le va a sujetar, ni le va a obligar a salir, ni mucho menos va a pegarle con la porra delante de todo el mundo (y aunque no hubiera nadie...). No, no va a hacer nada de eso. Simplemente, no hará nada. Y, en cambio, el saltador le ha dejado claro al segurata que su trabajo no vale nada, que es un don nadie, un mindundi, que salta delante de sus narices y no le puede hacer nada, que es como si no estuviera.

En fin. Creo que una espera de dos o tres minutos no justifica ningunear a un pobre hombre que, de por sí, no tiene pinta de tener una vida muy agradable. Ningunear por algo tan nimio a una dudosa autoridad que no se está imponiendo por la fuerza no me parece de recibo. Al menos, no me lo ha parecido esta mañana.

jueves, 11 de marzo de 2010

Enrique Dans y el DRM. Nunca digas nunca jamás

Tiene gracia la entrada de Enrique Dans en su blog GPL, DRM… Nunca digas nunca jamás de no hace ni un año (julio 2009).

En ella habla de cómo en tecnología no hay verdades absolutas, y de cómo él mismo, hace ya años, se dedicaba a convencer a usuarios de máquinas Apple de que se pasaran a PC, cuando hoy (o en aquella época al menos) se le ve "cargando con un MacBook Pro, haciendo presentaciones con Keynote, usando un iMac en casa, un Mac Mini en el salón, y teniéndolos todos felizmente conectados con un Airport Extreme", según su propia entrada.
Pero también se dedica, como tantas otras veces, a despotricar sobre el DRM y de cómo empresas como iTunes, Amazon, Real proporcionan sus descargas sin "absurdas protecciones".
Pues me temo que el "Nunca digas nunca jamás" se le puede aplicar de nuevo a él con el tema del DRM, ya que, según se dice en su blog (no lo dice él, pero tampoco lo desmiente), su libro habría salido para iPhone con DRM. Esto, se mire como se mire, y se intente defender como se intente defender, es una contradicción, por no decir directamente una incoherencia.

Desde luego, hay más entradas en las que critica al DRM. Entre otras ésta y ésta. Si hacéis una búsqueda en su blog por DRM, hay hasta 5 páginas de resultados, y todas las entradas están en la misma línea. El DRM está muerto, el DRM, como cualquier sistema anticopia, se podrá saltar, antes o después...

Por otro lado, y como bien indica un comentarista de su blog, cuando en tecnología se habla de software "libre", como en el caso de linux, lo que se permite no es sólo la descarga del software, sino su reventa, siempre que se incluya el código fuente. Nadie me impide, por ejemplo, descargarme los discos de Debian, copiarlos y venderlos al precio que me parezca conveniente. Su licencia me lo permite. Así que un libro que no puedo copiar y revender no es "libre", si entendemos por ese término lo que se entiende en tecnología, en el mundo del software. Porque el blog de Enrique es sobre tecnología, ¿no?
Dejémonos de frasecitas chulas en inglés sobre la libertad y la cerveza que no se entienden claramente. O peor, que cada uno entiende lo que le parece. En el mundo del software libre, o en el mundo linux, para ser más exacto, creo que todo el mundo tiene claro lo que se entiende por "libre".

En fin, tal como Enrique pone en su propia entrada:

"Cuanto más tiempo pasas en contacto con el mundo de la tecnología, más te das cuenta de que existen muy pocas verdades absolutas. Nunca digas nunca jamás…"